20 de agosto de 2012

The architecture of useless things

The present situation that our society and our profession are suffering made me reflect and ask myself what I should talk about in this entry.
We live in a consumer society that spends beyond its means and therefore causes the exploitation and a decrease of our environmental resources. People seem to live in the motto: “The newest is the most attractive, no matter where it comes from”. In response to all of this, new lines of thought and new concepts against this lifestyle are originating increasingly, such as “unconsume”, “unbuy”...

It is not different in architecture. We can see more projects that are "overly concerned" (sometimes this worry is unreal) of environment and sustainability. Renovations have become attractive (relative to new construction) including sustainable development of new materials and new recycling procedures.
At this moment the question is generated: what could we do or what do the things that we won´t use anymore offer us? Now everything is thrown away, nothing is repaired.

Well, there are many people working on this in different areas related to architecture, such as art. Todd McLellan shows us through his pictures how deconstruction can become art.


In architecture we find very interesting works, such as Marjan Teeuwen´s projects. Her work is based in construction and destruction, and the notion of "architecture as sculpture", which is borrowed from the artist Gordon Matta Clark by his research into deconstruction.


Architectural interventions that combine balance between aesthetic and anti-aesthetic. Teeuwen breaks the walls, floors, ceilings, connecting the spaces and allowing special visual effects and lighting to stage her pieces. Is this not in many projects what architecture consist of? In many of them, the formal gesture is to build a void, to make the negative of the preexistence. 


17 de agosto de 2012

Hombre VS Su Aquitectura

Si analizamos algunas obras arquitectónicas contemporáneas podemos encontrar muchos casos paradójicos que nos darán en que pensar, sobre todo aquellas en las que se ha invertido gran cantidad de dinero. En España, sobre todo en nuestra reciente época de gran despilfarro económico.
 
Al contemplar esta arquitectura “virtuosa” surge una duda inmediata, que se va espesando a medida se profundiza más en el tema: ¿pretende responder la arquitectura a las necesidades del hombre y la sociedad, o por el contrario se está olvidando de él? 

El buen diseño arquitectónico no deja cabida a la duda. Éste debe dar una respuesta clara a los problemas existentes y siempre mejorar de algún u otro modo las condiciones que se dan en el lugar, es decir, consiste en una solución a posteriori a los requerimientos del ser humano.

Por el contrario, cada vez se crea más arquitectura como una obra de arte en sí misma, como un objeto artístico, en el que prima el diseño y se deja de lado al ser humano ya desde primer momento, como es la construcción del mismo con algunos proyectos de una complejidad constructiva importante o casi imposible de llevar a cabo. Por desgracia, son muy pocos los arquitectos capaces de hacer este tipo de proyectos en los que además se dé una mejora ostensible en la realidad diaria del hombre. Entonces en esos casos, ¿es el hombre el que tiene que satisfacer las demandas de la arquitectura? ¿Es lógico el tener que adecuarnos a nuestras propias creaciones para amortizar el precio económico y social invertido?

Proyectos virtuosos a los que posteriormente se le adjudica las necesidades, afluencia y prototipo de usuario (clase, nivel socio-cultural, económico, rango de edad…) que interese, y no el que realmente requiera la sociedad de ese momento o el lugar en cuestión.

Por todos son conocidos los “aeropuertos fantasma” españoles construidos relativamente hace poco en los que no habido ni previsión de que vuelen aviones en ellos.

La majestuosa "ciudad de la cultura" de Santiago, en la que se puede disfrutar de una sucesión de maravillosos espacios con una riqueza de materiales digna de su gran presupuesto, pero la mayoría vacios o tristemente ocupados (maquetas del propio proyecto o pequeñas exposiciones) a fin de justificar la magnitud de tal proyecto y lo poco necesario que era para la ciudad. A esto hay que sumarle los edificios que no están acabados (como el despropósito de la gran opera con funciones simultáneas) y el emplazamiento fuera de la ciudad, lo que deja clara la falta de afluencia y sensibilidad con las exigencias reales del ciudadano.

La construcción y experimentación con viviendas de protección para hacerlas eficientes energéticamente o “sostenibles” llevada a cabo en Madrid hace pocos años, en las que los famosos arquitectos encargados realizaron proyectos llamativos desde el punto de vista mediático de la sostenibilidad y que dieron resultados muy negativos (en aspectos básicos constructivos y de habitabilidad) expuestos por los propietarios de las mismas al poco tiempo de entrar a habitarlas.

Por tanto podremos concluir a mí entender, que para calificar una obra arquitectónica, cuenta con enorme importancia la opinión de la persona que la habite usualmente y que normalmente suele estar en un segundo o tercer plano. No es de extrañar como obras clasificadas popularmente como maestras, funcionalmente son nefastas o muy mal consideradas, debido a su impacto (casa de retiro espiritual – Emilio Ambasz), por las personas que visitan/viven/sienten diariamente el lugar.